EL PODER DE UN PAR DE TETAS











>Las tetas son una bomba de humo. Como esas que tiran los magos para desaparecer más fácil. Cuando unas tetas aparecen en escena, la atención del animal masculino se desvía pura y exclusivamente hacia ellas, y todo lo que suceda en las periferias es anecdótico. Si una mujer con buenas tetas empieza a hablar, no importa si nos está diciendo que detrás nuestro la grúa del Gobierno de la Ciudad se está llevando nuestro coche, el hombre va a estar pensando: “WOW… Grandes tetas apretadas por el tirante botón de una camisa”.
Las mujeres que se ponen tetas están buscando justamente “ponerle el pecho a la situación”. Desaparecer, que no haga falta decir nada, que no importe qué son o qué tienen para decir o mostrar, que las tetas se hagan cargo de todo, porque eso es lo que importa… el relleno del corpiño.
Pareciera que las tetas son el único atributo sexual ponderable de toda mujer. En el inconsciente colectivo de las idiotas pareciera radicar la idea de que una chica que tiene caca dentro del contorno de su cráneo puede ponerse dos implantes de silicona en su pecho y retomar las riendas del asunto nuevamente. No. Las tetas no la van a hacer mejor en la cama, no le van a conseguir un trabajo ni le conquistarán novio. Pero si un pene. Y, quizá, seguridad.
Cuando una mujer no tiene nada para decir, cuando siente que su psiquis es insuficiente como para llamar la atención del otro, se pone tetas. Es la desconfianza total sobre sí misma. Es otra, y la verdadera, víctima de la inseguridad.
Ese complejo que tiene la mujer, de sentir que un hombre puede llegar levantarse de la cama desnudo con el pene tieso y tomarse un taxi sólo porque debajo de su corpiño hay dos pezones carentes de un relleno suculento, habla peor de ella que el simple hecho de tener tetas chicas.
Lamentablemente no hay prótesis de actitud, que, por cierto, es un bien escaso.
¿El amor de un hombre depende de dos protuberancias pectorales? No. Quizá la calentura de una noche si. ¿Pero querría estar una mujer con un hombre que sólo se la tirara porque tiene UN BUEN PAR DE TETAS? Al parecer, si, ¿o qué busca con ellas?
La falta de pechos debería significarle a la mujer, en todo caso, una muestra de verdadero deseo por otra cualidad que tuvieran. Pero no. Una mujer que necesita tetas se asume carente de todo otro atractivo.
Pero la culpa también es del hombre, un imbécil y salivante perro de Pavlov que reacciona al estímulo tetáceo de la manera más predecible y esperable. Pero ponerse tetas es darle el gusto. Es darle el hueso al perro después del timbre.
Si bien no tenemos timbre, si hace frío tenemos los pezones. Y si te crees que todo gira por la pulpa que haya o no debajo de ellos, sólo vas a conseguir una larga fila de estúpidos y salivantes perritos de Pavlov.

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